EKOAN

 

MATÍAS

ELÉ

NZANG

 EKOAN

 

 

CAPÍTULO PRIMERO

 

Eran las primeras horas de la mañana de un jueves. Los convocados ya correteaban por los pasillos a la espera del excelentísimo señor ministro que no estaba llegando.   

No hizo falta extender una circular, tan poco colocar ningún aviso en aquel mero trozo de madera colgada llamado tablón de anuncios al que nadie se acercaba nunca a leer nada, porque en esta república, claro está bien visto que las noticias son más viral cuando viajan en formato chisme, por eso, no escuchamos más que un; mho wock naa, por aquí, y un mho wock naa, por allá. 

<< Ekoan, ene okiri>>





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